Un disco editado en el 69, reconstruido por la misma grabadora dueña de las matrices de Canaro, poniendole como frutilla del postre las voces de Eduardo Adrián, Roberto Maida y una de las tantas travesuras de Mariano Mores, cantando parte de un tema. No lo deje escapar, tiene un sonido ameno y es un documento sonoro que debe estar en una discoteca tanguera.
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